El color es una de las características más importantes en los diamantes. De hecho, es una de las llamadas 4C que los especialistas en diamantes tenemos en cuenta: Color, Clarity, Cut, Carat (color, pureza, talla y peso).
En función del color o de su ausencia, encontramos dos categorías en los diamantes: los blancos y los de color, llamados Fancy. Los diamantes llamados blancos no han de tener color, o sea, tiene que haber ausencia de color, ya que, de esta manera, la luz, al entrar en el diamante y luego salir, se divide separando los colores y dando una sensación de vida muy intensa. Si el diamante contiene algún color, al salir del interior del diamante la luz habrá perdido, filtrado o disminuido el color que contiene el diamante.
El valor de los diamantes se incrementa cuanto más incoloros son. Para evaluar la ausencia de color de cada diamante, debemos compararlo con la que denominamos piedra maestra, y hay que hacerlo en unas condiciones muy concretas y específicas de iluminación, como también tienen que serlo las condiciones de visión. En esta clasificación se utiliza principalmente la escala americana, desarrollada por la GIA durante los años cincuenta del siglo pasado, que nos permite clasificar el diamante de la letra D a la letra Z. La escala de la GIA empieza por la letra D en vez de la A porque los diamantes son creaciones naturales, y nunca se sabe si algún día aparecerá alguno con más ausencia de color. Es por este motivo que se dejaron libres las letras A, B y C: por si algún día aparece alguno. Hoy por hoy, sin embargo, la letra D es la que califica al diamante más puro de todos en base a la ausencia de color. También se utiliza la escala europea, pero en el certificado siempre se acaba detallando la escala de la GIA.
Los diamantes Fancy son aquellos que ya sobrepasan la letra Z en la escala de color de la GIA. Estos diamantes tienen mucho color, y alguno de ellos, aunque son raros, en el caso de tener el resto de las 4C de calidad, pueden alcanzar precios similares a los llamados blancos. En este apartado encontramos diamantes de muchos colores: marrones, negros, naranjas, azules, amarillos o rosas, y algunos de ellos son extremadamente raros. Todos ellos tienen unas características que los hacen únicos, especiales, raros, distintos, pero con un denominador común: la esencia de ser un diamante, la esencia de su belleza. En colores como el rosa y el azul, encontramos valores altísimos, económicamente hablando, en algunas piedras, incluso superando a los diamantes llamados blancos.